viernes, 9 de enero de 2009

Pensamientos Deformados (III)

¡Feliz Año! El 2009, año mundial de crisis, es el año perfecto para que en nuestra vida personal todo funcione bien. ¿Cómo? Permaneciendo junto a nustro Creador, Redentor y Salvador Jesús. "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5)


Y verdaderamente es muy importante conocer cuales son estos pensamientos deformados que el ser humano posee, para identificarlos y corregirlos ya que de ellos también depende nuestra relación con Dios y con nuetro prójimo. ¿Por qué? Bien, el pensamiento del que os quiero hablar hoy es muy común, se llama "interpretación del pensamiento".


¿Os suena el texto bíblico "no juzquéis para que no seáis juzgados? (Mateo 7:1) o este otro texto que dice: "No juzguéis según las apariencias, si no juzgar con juicio" (Juan 7:24) Pues este pensamiento conlleva precisamente a esto: juzgar al otro.


Hacemos suposiciones sobre cómo sienten o piensan los demás, sus motivaciones, etc. y las vivimos como ciertas sin tener evidencias. Dichas suposiciones nacen de la intuición, las sospechas, las dudas vagas... y una o dos experiencias pasadas. Así, se hacen juicios repentinos sobre los demás.


Son frecuentes las presunciones sobre cómo reaccionan ante nosotros los demás: "Piensa que no valgo para nada", "Quiere ponerme de mal humor", "Cree que no soy suficientemente bueno para mi trabajo" etc.


En muchas ocasiones, en la interpretación de pensamiento se da un proceso llamado proyección: imaginamos que los demás piensan y reaccionan de la misma forma en que pensaríamos o reaccionaríamos nosotros en su lugar. No observamos ni escuchamos atentamente a la otra persona. Así, por ejemplo, podemos pensar “Mi cónyuge está molesto porque no le ayudé con los niños ”, porque a mí me molesta cuando no me ayuda a acostarlos.

"Mi amiga está enfadada porque no quise ir con ella de paseo", porque yo me enfadaría si ella no fuese conmigo.


Pero realmente estamos seguros de lo que piensa, siente, o desea la otra persona. NO. Nos vasamos en juicios propios y realizamos proyecciones que nos atañen sólo a nosotros. Por este motivo surgen muchos de los problemas familiares, con el cónyuge, con los hijos, con los amigos o con los compañeros de trabajo. ¿Qué debería hacer? Si tienes la menor duda de porqué... ¡pregunta! Realiza la pregunta de forma asertiva, con cariño, sin reproches ni segundas intenciones: "Cariño, tengo la sensación de que estás molesto por algún motivo, ¿quieres hablar? Seguramente nuestra percepción era cierta y estaba molesto.... pero no era por el motivo que nosotros creíamos. O "Tengo la sensación (porque recordemos que estos pensamientos son sensaciones) de que piensan que no valgo para mi trabajo y necesito que hablemos este tema".


Los problemas se resuelven dialogando, y esta es la base de las relaciones del ser humano, no lo olvidemos.


Fuente: Intervención Educativa en los Problemas de Conductas, Patricia Ferrá Coll.

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