lunes, 19 de mayo de 2008

La violencia contra la mujer y su consecuencia en los hijos (Parte II)

La mayoría de estos niños / as perciben el mundo como un lugar inseguro e impredecible y lo peor de todas las consecuencias es que normalizan la violencia como forma de relación, sintiéndose indefensos y vulnerables. Todo ello debido a que su ámbito familiar es un espacio de relación hostil, donde la fuerza (ya sea física y/o verbal) es la estrategia para conseguir lo que uno quiere en detrimento de la negociación, la resolución de conflictos de forma no violenta, el diálogo, la relación igualitaria basada en el respeto... puede conseguir.


Por otro lado, el hecho de que, socialmente el hogar esté considerado como un entorno seguro, de protección y tranquilidad convierte la violencia en este ámbito en algo más dañino, más ambiguo y más confuso. Ser testimonio o sufrir directamente una agresión ya es un hecho importante para la vida de cualquier persona. Si a esta evidencia le añadamos que las agresiones sean sistemáticas, que sucedan en el hogar (espacio básico de protección y seguridad) y que las genere un progenitor (figura de referencia) podemos imaginar las consecuencias tan devastadoras para estos menores.

Algunas de las consecuencias que presentan estos menores que viven en hogares donde la madre es maltratada, son: demandas de atención, dificultad ante la identificación y la expresión de las emociones, baja autoestima, dificultades de concentración y mantenimiento de la atención, falta de habilidades para resolver conflictos, falta de habilidad para tomar decisiones propias de la etapa evolutiva, creencias ante las relaciones con el otro género...

Además, estos menores suelen presentar mucha culpabilidad por el que pasa en casa y, en la mayoría de ocasiones, se hacen adultos para proteger y cuidar a su madre y/o hermanos/s; también buscan la manera de frenar la agresividad del padre, hecho que implica un aumento de la tensión, del estado de alerta, posible desconcentración de las tareas que le corresponden a su edad (escuela, amistades, actividades).

También se ha demostrado que las consecuencias psicológicas que estas situaciones tienen para los menores dependen grandemente de las características personales de la persona, de las circunstancias de maltrato (tipos, cronicidad, gravedad...) y de la protección que pueda ofrecer la madre y el entorno familiar. Asimismo, también es importante tener en cuenta la etapa evolutiva en la que se encuentran los hijos/as ya que ésta condicionará la manera en como los menores viven y expresan lo que está pasando.

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