viernes, 22 de febrero de 2008

El Bullying: cómo prevenirlo (2ª parte)

La violencia es un fenómeno social que no sólo se da en la escuela, también está presente en la calle, en la política, en los medios de comunicación (sobre todo) y en la familia (desgraciadamente). Nos rodea un mundo lleno de violencia por género, por ideologías, por nivel socio-económico, por cultura, por religión, y por muchos otros motivos más. Cualquier escusa es buena para emplear la violencia en vez del diálogo. Pero ¿cómo puede llegar esta violencia a nuestros hijos e hijas?

Ellos sólo son el reflejo de la sociedad en la que nos ha tocado vivir. Podemos hablar de los video juegos, de los dibujos "infantiles", de las películas; pero también de las disputas en el hogar, entre los padres, entre los hermanos o en el autobús, o en el futbol, o en un simple restaurante porque el camarero no me atiende bien. Ser ciudadanos y ciudadanas no sólo consiste en disfrutar de nuestros derechos, también nos impone la obligación de asumir tareas y cumplir normas para que la sociedad pueda funcionar correctamente. Por ello la solución a la violencia, en cualquiera de sus formas está en nuestras manos.

Unicef aporta soluciones para este conflicto escolar, nos dice que "una manera de hacerlo activamente es no aceptando conductas violentas, sacándolas a la luz cuando las observamos o tenemos conocimiento de ello, reivindicando la armonía que debe reinar a nuestro alrededor y buscando alternativas pacíficas para resolver nuestros conflictos".

Desde los compañeros hasta los padres de los alumnos o los propios profesores deben de denunciar estos actos y poner remedio ante estas actuaciones. Pero ya no hablamos sólo de las escuelas, hablamos de todos aquellos lugares donde se concentran un grupo de iguales, como los campamentos, las actividades del club de exploradores, los scouts, los centros de actividades múltiples, e incluso en nuestras propias iglesias o congregaciones. Todos podemos contribuir a que no se den estos casos de acoso entre nuestros hijos. Muchas veces la presión que ejerce el grupo de amigos "obliga" a nuestros hijos a realizar actos de violencia entre otras cosas.

Las soluciones deberían ser ejercidas a dos bandas: por un lado desde los propios niños y niñas, y por otro desde los profesores, desde los padres y desde el propio estado.

Otra opción es la que aporta Unicef y en mi opinión me parece muy interesante ya que no sólo se puede llevar esta resolución a nivel escolar, si no también a otros niveles como la iglesia o las organizaciones d escultismo y tiempo libre:

"En algunos colegios ya se implementa la figura del “alumno de apoyo”. Son una especie de “hermanamientos” en los que un alumno mayor protege a otro menor con dificultades para comunicarse o integrarse a la clase.

Los profesores pueden colaborar poniendo en evidencia a los abusadores. A través de juegos, intercambios de roles, etc. se podría detectar al grupo acosador.

Los padres también son parte de este proceso. Es fundamental que controlen a sus niños y no los dejen solos por tiempos prolongados. Conviene evitar largas horas frente a la pantalla del televisor, ordenador o videoconsolas y, por el contrario, fomentar las relaciones sociales y la motivación".

Por último recordar que el perfil del niño agresor es aquél que tiene carencias afectivas y baja autoestima y por ello se impone por la fuerza, con el fin de liderar. En cambio el perfil del niños agredido es tímido, introvertido y con inseguridad aparente. Cada padre y madre debe de vigilar a sus hijos para evitar este tipo de comportamientos, al igual que los educadores de cualquier ámbito.

Fuente: Unicef

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